—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
Siendo hoy el día que es, aniversario maldito de despedidas malentendidas, buscaba alguna lectura con cierto aire optimista, o sólamente una soga de la que tirar para salir del pozo (como mejor de las opciones a realizar con una soga) …
Las casualidades de la hipertextualidad me llevan a un estudio pseudocientífico de un tal Masaru Emoto. Afirma el tipo en cuestión que los pensamientos y emociones pueden influir diréctamente en la materia. Y para probarlo, lleva a cabo un experimento que consiste en añadir una serie de mensajes, en forma de rótulos, a diferentes recipientes que contienen agua -según Emoto, el más receptivo de los materiales (?)-, para comparar después, bajo un microscopio, la belleza de los cristales, en función de lo positivo del mensaje. El resumen central de la teoria de Emoto es:
«El pensamiento humano, las palabras, la música, las etiquetas en los envases, influyen sobre el agua y ésta cambia a mejor absolutamente. Si el agua lo hace, nosotros que somos 70-80% agua deberíamos comportarnos igual. Debería Vd. aplicar mi teoría a su vida para mejorarla».
(el clip tiene mucho de spot publicitario, lo sé)
Ni que decir tiene que son legión los que niegan esta teoría, por aquello del empirismo y por la falta de fe, pero seguramente de eso se trate, de creer que un pensamiento positivo puede llegar a provocar algo positivo en nosotros. En cualquier caso, a lo largo de la breve historia de la humanidad, el agua ha sido elemento civilizador, a la vez que central en todas y cada una de las religiones o creencias; desde el bab-abso mesopotámico, el dios Nilo egipcio , o nuestro relativamente moderno bautismo… cómo diría un experto en marketing: tantos millones de usuarios no pueden estar equivocados!!! 🙂
No, uno no es un ingenuo, aunque eso parezca la mayoría de las veces, pero está bien, hoy, creer que uno puede creer en la existencia de la posibilidad. Al fin y al cabo, las lágrimas también son de agua: probaré a congelarlas y a observar esos cristales, seguro que me recuerdan a alguien.
Congela las lágrimas producto de una emoción porque los marditos empiristas han demostrado que su composición química difiere sustancialmente de las lágrimas como respuesta a un objeto extraño en el ojo.
Me gustaMe gusta