—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Santillana del Mar, 30/03/2015
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La fragilidad es una curva
de la carretera, un destello
que deslumbra en un cambio
de rasante. Un salto,
un pulso que cesa, una bravuconada,
un desplante frente a lo imposible.
La fragilidad es hacer parecer
que te asemejas a un sólido,
quebradizo de tan consistente.
Mostrarse pétreo, marmóreo,
y deshacerse a la primera
mirada de llama, cuando ella
vuelve la cabeza.
La fragilidad es el antónimo
de lo elástico y, además,
un verbo irregular y copulativo:
‘yo soy rompiéndome en pedazos’
—por poner un ejemplo,
por posponer una grieta—.
La fragilidad es partirse
con cada partir, y compartir
los añicos en cada hendidura.
La fragilidad es, por fin, una ventana
abierta, un vaso comunicante
entre los ojos del antes
y los poros del ahora.
Sin mañana frágil o irrompible