Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

zahorí

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Ser capaz de acorralar mi rostro
y amenazar el gesto para que se muestre,
desde la trinchera de la arruga,
con el barro acumulado de polvo y de sudores.
Aprender la anatomía del don del zahorí
y arañar con las manos la tierra,
llamando —ven— al milagro sin descanso.
Aplicarse en distinguir, en el aire,
el olor de la promesa de la lluvia.
Elegir, en el bar, el rincón perfecto
para vaciar el vaso y llenar las manos.
Ser esa gota que en el cristal condensa
y resbala, indolente, hasta el mármol.

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Conocer, un día, el sortilegio necesario
para abrazar el agua sin que escape
o me ahogue.

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agricultores-california-zahories

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Esta entrada fue publicada el mayo 4, 2015 por en Lecciones de anatomía para suicidas inexpertos.
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