Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

VII


 

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No trato de ser capaz.
Ni siquiera lo intento.
No me empeño en la probatura,
ni trato de hallar la reacción
—atávica, química, alquímica—
del nitrato de plata, revelando
en la retina
un claroscuro de amaneceres.

No, no me empeño en descubrir
el inextricable mecanismo
de los ojos de las muñecas.
Sólo observo cómo un contrapeso
invisible, apenas notorio,
los cierra, cuando se tienden.
Sólo constato cómo se abren,
en un batir de pestañas,
al incorporarlas.

No trato de explicarme
la combustión en los reactores.
Ni trato de averiguar
qué propoción de lágrima
hay en los depósitos de los aviones.

Me quedo en la sensible gravedad
de la bodega de carga,
en la pupila muerta del títere,
en la velocidad del obturador
y en el tiempo de exposición.

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Esta entrada fue publicada el diciembre 19, 2015 por en intentario.
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