Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.
—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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EN ALGÚN lugar un hombre conduce
unos veinte kilómetros, aparca
y sube un par de pisos, para correr
un buen rato sobre una cinta.
Sin moverse del sitio.
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Zapatillas brillantes, carrera
a ninguna parte. Contador de esfuerzo.
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Tal vez su hijo, o el hijo de otro,
pase parte de la tarde en el parque,
balanceándose en el columpio
de la jaula del pájaro. O dando vueltas
en la rueda del hamster.
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Pantallas planas y pastillas para dormir.
Mandos a distancia y agendas que zumban.
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En alguna autopista una mujer se enfada
en un atasco de tráfico, con su sedán
capaz de volar a trescientos por hora.
Cláxon y revolución. Dinero de plástico.
Cámaras en todos los dispositivos.
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Tu vida pixelada en alta resolución.
Divulgada a nivel planetario.
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Sin moverte del sitio.
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Tus ojos, mis manos, y otros desiertos. 