—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Elijo el abrazo como final perfecto de la escena.
Elijo el libro para calzar la pata de la mesa
y la esquina mellada del alma.
Elijo el suburbio y el puño apretado
dentro del bolsillo, a veces, las veces equivocadas.
Pero las elijo.
Elijo el gesto calmado y la procesión por dentro.
Elijo que eso sea lo que mueve la mano en el gesto
que dice todo eso.
Elijo tu voz como bálsamo y como suero,
como sosiego, como filtro y como tregua.
Elijo aprender. Elijo aprender a superar la física
de las paredes y el rebote del eco del silencio
en las mismas paredes que elijo.
Elijo untar mis manos en el jarabe de tu sombra,
cortar mis venas con el borde que contrasta
con tu misma luz. Eso elijo. Elijo beber.
Elijo bebérmelo todo y explicar el proceso,
la digestión, la expulsión, los efectos.
Elijo equilibrar el desequilibrio, desequilibrar
lo que nunca se ha movido.
A ti, te elijo. Sin saber qué eliges.
Sin conocer a quíen eliges, aunque me elijas a mí.
Elijo escribir para que me elijas. Todo eso, elijo.
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Elijo, mientras dura el instante
en el que te apartas un mechón de pelo de la frente,
el abrazo como argumento, como tema,
como génesis fundacional de todo.
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De todo lo que elijo.
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