—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Ser uno. Ser todos.
Ser todos en uno mismo.
Ser uno en todos.
Ser uno: ser la gota que cae, que revienta contra el suelo
preñándolo, embarrándolo, inoculando la vida de todos.
Ser todos: ser la tempestad y la ola furiosa que derriba civilizaciones,
que arrambla con los cimientos, que alza milagros y catedrales.
Ser un miembro del enjambre: quizás el primero que pica y muere,
tal vez la reina que transmite la memoria de la colonia.
O ser toda una bandada de aves migratorias
que dibuja cenefas y manchas cambiantes y movedizas
en el viento, en el cielo, en la niebla, como si fueran uno.
Ser uno: ser un dedo para señalar, o ser uno
dentro de toda la mano para ejercer el milagro de tocarte,
para empuñar el trigo, recoger el agua y prenderte por las caderas.
Ser todo y ser uno.
Ser uno y ser todo
Ser uno y todo.
Ser uno para ser la hoja que cae con la brisa.
O ser todos para acontecer el árbol que crece en todas las direcciones.
Ser todos, para ser la estampida que embiste el abismo,
o ser uno para vivirte como el cachorro que se sacrifica.
Ser una célula y vivir la vida de la célula.
O ser todos y ejercer la mitosis, la simbiosis, incluso la metástasis.
No ser ni uno ni todos. Ser todos para ser uno.
Ser uno en todos, ser todos en uno.
Ser uno y ser el príncipe. Ser todos para derrocar al príncipe
y substituirlo por otro príncipe, o por otro nosotros.
Cambiar, elegir entre ser uno y ser todo, entre ser nosotros y ser tú.
Ser tú para poder
edificar un nosotros.
Ser nosotros para ser.
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