—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Mi mesa es una puerta
de una casa abandonada
en un pueblo pequeño.
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Esto es literal.
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La limpié, desterré
el polvo y la carcoma,
la traje a casa. Mis amigos
me ayudaron a subirla
por mi maldita escalera.
Le puse unas patas debajo
y un cristal grueso encima.
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Lo cierto es que hasta hoy
no he podido escribir
nada bueno en ella
─si es que alguna vez lo hice─,
como si no quisiera, como
si se resistiera a abrirse,
como si hubiera decidido
permanecer cerrada.
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Voy a seguir clavando
mis ojos y mis codos
en ella, esperando
que me deje, al menos,
echar un vistazo
a lo que guarda, aunque
sea por el ojo de la cerradura.
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Esto es literario.
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Mientras, me quedan los bares,
los trenes, las bibliotecas,
tu espalda, o los cinco minutos
de descanso.
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