Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.
—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
bifocal
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Mirar de lejos
como se mira el mar,
como se mira un campo de trigo
con su archipiélago de almendros.
Mirar a lo lejos
para que los ojos reposen
del eterno y obtuso mirar de cerca,
del consabido zoom del detalle,
de la deleznable cláusula obligatoria.
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Mirar a lo lejos
como quien mira un cielo,
un abismo, una noche, un desierto,
como quien se bebe un espejismo,
como quien traduce un reflejo,
como quien de eterno caer padece.
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Mirar de lejos
desenfocando el horizonte,
acercándolo, ensuciándolo, privándole
de su dignidad y de su arquitectura.
Mirar de lejos para ver peor,
para ser mejor, para el mal menor,
para parar el crepitar de las hogueras.
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Mirar a lo lejos
y completar lo que, de cerca,
no se ve. Para aprender a mirarnos.
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Tus ojos, mis manos, y otros desiertos. 