Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

una entrega

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Conjeturo el momento en que mis manos
ya no sean refugio suficiente.
En que mi pecho ya no cobije el fuego
que anime las calderas y los torrentes.

Se me aparece una gota de sangre
luciendo ufana en un páramo nevado.
Se me presenta una entrega, un dejarse,
una sonrisa serena de colmillos gastados.
Unas rodillas golpeando, al fin, el suelo.

Entreveo la desazón de los centinelas de hielo
que se deshacen en la grieta furtiva,
que riegan los campos de la primavera
y abonan la posibilidad con su podredumbre.

Se me antoja un futuro de burdo testimonio.
Un mirar desde arriba, un llover despacio.
Se me brinda una cárcel de aire
entorno a tu cuerpo desierto.

Unas manos que no llegan. O que llegan tarde.

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cubitos

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Esta entrada fue publicada el abril 8, 2015 por en Lecciones de anatomía para suicidas inexpertos.
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