Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

café

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El amanecer, rojo como un iris cansado,
con los bordes precisos de trazo de tinta.

Los pasos, los pasos, en cambio, sonando
de la misma manera que la fruta derribada.

Y los latidos acompasados a la apnea
de la prisa, a la arritmia del pulso.

El día agazapado tras el segundero,
camufladas las horas en el temblar del labio.

La tarde prometiendo la celeridad
que el estómago de la mañana no digiere.

El hueco, por fin, de las manos convertido
en hogar de dudas y tautologías,
en el depósito transitorio de la espera,
en las persianas bajadas de la cocina,
mientras borbotea el café en el fuego.

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Esta entrada fue publicada el abril 22, 2015 por en Lecciones de anatomía para suicidas inexpertos.
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