Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

LX


 

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La fuerza que al árbol
le confiere la fragua del mediodía
yo la gano de la luna,
o de la intermitencia del fluorescente.

Compartimos el agua —colorada
o blanca—,
ascendiendo por los capilares,
la arritmia del invierno que detiene
la savia y endurece la corteza.

Como el suyo, también
mi otoño es selenio de plata
y de marea, de suelo alfombrado
de hojas y de manos caducadas.

Ambos tememos el hacha, la herida
y la sequía.

A lo mejor,
a los dos nos aterra un verano
sin nadie
merodeando nuestra sombra.

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Esta entrada fue publicada el enero 26, 2016 por en intentario.
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