Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".


 

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Las cosas tienen esa extraña vocación
de sobrevivirnos. De mirarnos
desde su inercia inocente y estática.
Tienen la habilidad de perdurar, de ser
siempre, y eternamente, eso: cosas.

No hablan de la muerte, pues, las cosas,
no les preocupa la fractura, la falta
de latido o la combustión espontánea.

Incluso rotas, siguen siendo cosas.
Cosas rotas desde sus grietas,
sus añicos o sus restos calcinados.

Aún proyectan sombras, esa cosas,
si la luz y la geometría les son propicias.
Y propician con sus formas, por contraste,
el negativo de las horas y del vacío.

Nos obcecamos en poseer las cosas,
con el pertinaz denuedo del pesimismo.
Pero sólo alcanzamos a nombrarlas.
Y hacemos bien: mientras no estamos
nombrando las cosas

somos______________________casi
tan cosas
______________________como ellas.

Y ellas, ____________________ nada,
si no son nombradas.
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Esta entrada fue publicada el junio 3, 2016 por en Uncategorized.
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