Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".


 

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Prueba esto:

Cierra los ojos e intenta
reconocer el ruido
que hacen las cosas
cuando caen.
Puedes hacerte una idea
aproximada de la altura
de la caída, del material
del cuerpo. Incluso
de los efectos del impacto.

Por el sonido
del aterrizaje, intenta
determinar la rotura,
calcular el daño, la longitud
de la grieta, el tamaño
de las astillas. O,
si tal fuera el caso,
la condición de ilesa,
de indemne, de incólume,
de la cosa que cayó.

Ahora separa toda esa
multitud de sonidos,
de las cosas que los emitieron.
Aplícalos a procesos
que operen en tu interior:
cosifica el latido, la ira,
el aliento, el abandono,
la hemorragia, el miedo,
la digestión de todo eso…

Verás que es más fácil
de lo que parece.
Y las fracturas, casi
no duelen.

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Esta entrada fue publicada el junio 8, 2016 por en Uncategorized.
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