Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".


 

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El sol se ha detenido en mi nuca.
Mi sombra se ha detenido en la acera.
Desconozco si yo he de detenerme
—elefante de diez toneladas atado
con un cordel finísimo, oso dejándose
una zarpa en el cepo con tal de liberarse—
o trasladar mi sombra por las calles
hasta que el sol reanude su marcha
de piedra incandescente. Desconozco
si seguir orbitando esa piedra, o parar.

Llevo bajo el brazo una barra de pan
y he mirado por encima del hombro
cuando sacaba dinero en el cajero automático.

El sol sigue ahí, mi sombra sigue ahí;
una bola de fuego calentando el agua
que tengo dentro, expulsando el exceso
por la sien y por el cuello. Y el odio.

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Esta entrada fue publicada el junio 25, 2016 por en Uncategorized.
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