—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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___________ XXXII
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Uno se vence por las horas que lleva despierto
o por los metros atrapados en la piel de los talones.
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Uno no se vuelca en las curvas cerradas
si ladea la cabeza hacia abajo.
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Y dos metros de agua son suficientes para ahogarte,
aunque sólo estés a unos cuantos de la arena.
Echa cuentas de esa distancia.
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(el gepese no te avisa de la altitud de una esquina
y puedes darte mil vueltas, mientras te dice
«usted está aquí», y ella está en ese lugar
pero seis pisos más arriba: y nunca os encontráis)
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Uno se deja ir, se horizontaliza en la cota cero
—la boca a la misma altura que los pulgares
de los pies— cuando la espina dorsal no soporta
el cumplimiento de todas las previsiones,
la previsivilidad férrea del sistema métrico.
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¡Qué hermosura de poema! Sin duda de los mejores que he leído por este blog, no sé si te lo había dicho anteriormente, pero tus poemas me recuerdan mucho a los de los grandes cantautores que suelo escuchar y leer. Eso de transmitir tanto a través de los versos es algo que muy pocos logran, así que sigue así porque me tienes enganchada jeje. Por cierto, ¿has escrito o publicado libros? Porque, si es así, para mí sería un placer hacerme con ellos y devorarlos 😉
Saludos, David
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«La maniobra de Heimlich», Playa de Akaba, 2014.
«La despiadada frontera entre el silencio y el latido» Piediciones, 2016.
Y algunos más vienen de camino.
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