—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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UN BARRIO periférico de un recuerdo reciente.
Un suburbio aislado de la herencia genética de la pena.
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Una guitarra con el cuello roto,
con una herida en el vientre, por la que huyen
las risas y los lamentos.
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Una llamada perdida, un encuentro casual.
Un destierro zurdo a la patria de tus genitales.
Un tratamiento anticaspa para el amanecer.
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Una guitarra con el cuello roto, ahorcada
de seis sogas, huérfana de manos y rincones,
viuda de tormentas y resacas.
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Una muerte prematura. Una resurrección inútil.
Un pan y un vaso de vino para fundar una civilización.
Un edificio desierto con su parnaso de deshauciados.
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Una guitarra con el cuello roto. Un fósil
de árbol ajusticiado, desollado de acordes.
Una astilla del tablón del naúfrago.
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Una visera de un casco reflejando a la multitud.
Un grito nada unánime sin eco en una calle inanimada.
Una esquina inacabable, una tarde inconmensurable.
Una meta volante en el camino hacia el fin del mundo.
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Una guitarra con el cuello roto. Un mástil
en un ataúd, con la vela desplegada. El viento
que alimenta el incendio en tu falda, mientras bailas.
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