Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.
—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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IBA A DECIRTE
que no hay mejor sutura
que la cuerda de una guitarra.
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Iba a decirte
que lo que se queda dentro
se parece demasiado
a lo que nos queda demasiado lejos.
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Iba a decirte
que la boca y el sexo y los ojos
—hasta los tímpanos— son heridas
por las que respiramos, por las que
intercambiamos información con el mundo.
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Iba a decirte, también,
que el parpadeo es un morse
y el camino de la lágrima un código,
y el crujido del cuello de la guitarra
un mal augurio sobre el fin de los días.
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Iba a decirte todo eso.
Pero entonces has echado
hacia atrás la cabeza, para tomar un trago.
Y pareciera que el tiempo se detuviese,
y hasta las calles silentes hablarían entonces
de todo lo contrario de lo que estaba a punto
de decirte.
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Tus ojos, mis manos, y otros desiertos. 