Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.
—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
tos
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El ruído de la lluvia y del viento
me sacó de la cama a las tres
de la madrugada.
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Hace un par de noches, creo.
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Aparté las cortinas
—no hay persianas en ese ventanal—
para ver la tormenta
y el jeroglífico de gotas
estallando contra el mundo.
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Sí. Al final salí, a las tres
de la madrugada, a la terraza.
Me senté en una silla de hierro
bajo el chaparrón.
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Me gustaría decir que pensaba
en algo trascendente, que sentía
la energía del agua, que temía
que un rayo me partiera, que tú
te alejaras.
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Pero no. Tan sólo estuve un buen rato
allí, sentado, en la lluvia.
Sin hacer ninguna otra cosa
que dejarme llover.
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Luego tomé una ducha caliente
y regresé a la cama. Eso fue todo.
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Tengo algo de tos desde entonces.
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Tus ojos, mis manos, y otros desiertos. 