—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Tiemblan la tarde y el pulso
en el reflejo del globo ocular:
iris lubricado de lágrimas
y lentes bifocales.
Tú sabes qué es eso de bajar los ojos
para que no te vean,
como los niños que se creen ocultos
si a ellos no les alcanza la mirada.
Tú sabes —prueba/error—
de la improbabilidad
de la exactitud de la neurona,
de la costumbre, de la infinidad
de acepciones de callar la respuesta.
Tú sabes del transtorno obsesivo,
de la compulsividad de la tarde
por irse alargando, de la irascibilidad
de la piel que no se toca (de todas
esas terminaciones nerviosas
que, como tú, bajan la mirada).
Tú lo sabes bien, y hasta explicas
con modelos y patrones
los temblores que acaban contagiando
la desesperación a la noche que llega.
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