—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Intimidad. Un génesis apócrifo.
Imaginarte estrechando a tu hijo
contra el pecho. Osmosis inversa
de ambas pieles. Sincronía estática
de dos corazones de distinto tamaño.
Imaginar a ese hijo latiéndote.
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Intimidad. Una ruta sintética.
Buscar en google toda la información
sobre los ahogados azules, sobre
los ahogados blancos. Adivinar
la hipoxia, la salinidad, la flotabilidad
de los cuerpos. Andar sobre el agua.
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Intimidad. Una condescendencia aplicada.
Hurgar entre tu vello púbico,
manchar tus dedos con sangre asidua.
Identificar tu sexo con una herida
crónica, metódica, obstinada.
Conjeturar la femineidad de la cicatriz.
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Intimidad. Un género aprendido.
Acercar tanto tu cara al espejo
que tus rasgos se deformen. Besar
los labios del reflejo de tus labios.
Alejarte, observar la huella,
el negativo de las grietas de la boca
impresas en el cristal. Volver a besar.
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Intimidad. Un lugar común.
Dejar que se mezclen en tu cara
el agua, el jabón, la lágrima,
dentro del receptáculo blanco de la ducha.
Solidarizarte con la oscuridad
angosta y mojada de los desagües.
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Intimidar. Una poética descalza.
Gritarle al televisor apagado. Luchar
contra el teléfono inerte. Insultar
a la puerta cerrada. Decapitar el futuro
escrito en un billete de lotería.
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Desear fervientemente que nunca nadie te vea,
que nunca nadie deje de mirarte.
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© Lita Poliakova.