—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Despertar con la piel oliendo a beso,
con el vaho cuarteado de la saliva,
con las manos repletas de los sedimentos
de las huellas condenadas a la impresión
inversa de la forma que recuerdan.
Tener, en un lapso fugaz,
como de sístole huidiza,
la consistencia del aceite que resbala
labio abajo, comisura y barbilla
cuello y clavícula, pecho y costilla,
ombligo y sexo y cáliz que recoge,
entre la memoria del muslo
la palidez concentrada de todas las lunas.
Sostener la tensión del tendón,
del músculo y del tejido,
la aleatoriedad del rictus,
la armonía del gemido
—acaso la misma cadencia del lamento—,
hasta rendirse en la victoria,
hasta cubrirse con los laureles
de la derrota más dulce.
Despertar con la hiel disolviéndose
en los cristales de las ventanas,
casi a las once de la mañana.