Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

torcerse un pie

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Salir distinto de estas letras. No ser más el mismo que entró. Mudar de piel, a jirones, en cada esquina, en cada salto de línea. Vivo o muerto. O agonizando. Llenarme los pulmones con cada espacio en blanco. Escupir y mutar. No parar. No permitirme el lujo de salir indemne del salto. Encontrar todas las trampas para no olvidar caer en cada una de ellas. Descorrer las cortinas y desabrochar los botones a las palabras para que suden el frío de la intemperie dormida. Torcerse un pie en la carrera y sentir el dolor a cada tranco sin aminorar la carrera —notar igualmente la arritmia del músculo y de la arteria evacuando el miedo y la sangre—. Vislumbrar claridad y ver crecer la luz y el temor a la metamorfosis , al espejo, al difuso reflejo en el charco confuso de verte de lejos. Detenerse ante el abismo y volver la cabeza por ver si llegas, por saber si llegas siendo tú, por esperar que no frenes a tiempo y me empujes al vacío.

Y que luego saltes tú.

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escher

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Esta entrada fue publicada el junio 14, 2015 por en Lecciones de anatomía para suicidas inexpertos.
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