—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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La tarde tiene unos ojos
que se abrochan a la pupila
de la memoria, como botones
de hueso
a un viejo abrigo de lana.
La frontera de cristal
en la ventana
aprieta los dientes, frunce
el ceño, tuerce el gesto
ante la luz que escapa.
Las ramas son, dice quien sabe,
el espejo aéreo de las raíces.
Y las hojas marchitas, confetis
de ceniza, de alguna celebración
caduca, inmortal y cíclica.
Y la música que queda
es monocorde y distante,
recostada sobre un viento extraño
que arrastra papeles y colillas
en un invierno maldito
y sin frío.
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