—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Una empresa ha registrado
el noventa y cinco por ciento
del código genético del desconsuelo.
Lo comunica su director, serio,
en el plató de televisión,
como una noticia de alcance planetario.
Tiene el rigor de la inconsistencia
y un fulgor sostenido e intermitente.
Se basa, el descubrimiento,
en la similitud de ciertos
paraísos artificiales
con algunas placas de ordenadores
personales, o determinados
complejos fabriles. La conclusión,
afirma solemne, es del todo inexistente:
son botones que abrochan piel
con ojales de piel, es la esclerosis
de la metáfora, contagiada
a la multitud fractal y fragmentada,
son los reflejos de las luces
sintéticas que envuelven
el aliento del telespectador.
Se despide, recoge su informe,
con la boca llena de insectos,
colonias sin reina aparente
ni modelo matemático:
hormigas aladas ardiendo en la fachada,
y nos emplaza a próximas noticias
sobre el cinco por ciento restante.
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