Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".


 

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Las manchas que la arena
deja en las sábanas
hay que lavarlas en frío.
Como si fueran de sangre.
Dejarlas en remojo, pedirle
al agua el empeño de la carcoma
royendo en la madera
sus certezas.
Tenderlas luego, exponer
la pluviometría del sudor
y de la sal, al sol de mediodía.
Y dejar que se vele
el nitrato de plata
doméstico y sinuoso:
foto en blanco sin mácula,
claroscuro, bandera callejera
ondeando entre el laberinto
de los andamios. Una vez limpias,
ya sabes, el rastro de la ola,
el cerco de la mancha,
solo habita, indeleble,
en la memoria, y en sus dobleces
precisos y crujientes
de plancha, almidón y azúcar.

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sabana

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Esta entrada fue publicada el mayo 31, 2016 por en Uncategorized.
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