Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".


 

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_______ XLII

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Era eso. Era casi eso.
Era volver hacia adentro los ojos
para ver si la luz es suficiente
dentro —no existe esa osmosis
lumínica entre la casa del fantasma
y el mundo exterior—, aunque uno
abra la boca como si estuviera
bostezándole al sol. Era casi eso.
Saberse de memoria un cuerpo,
como quien anda a tientas
por las estancias, evitando muebles
y reconociendo esquinas, trancos,
interruptores. Era eso,
andar descalzo, notar
la sal del viento en la cara
y el vaho en la espalda del vaso
o de la noche. Era casi eso,
esperar a que caigan todas
las hojas de los castaños
para explicar sólo una. Hundir
las manos en la tierra
para ver de qué está hecha la tierra
y de qué están hechas las manos.
Era eso. Era casi eso.
Conocer el lugar en el que se cruzan
el tiempo y el espacio
en la piel del paladar.

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Esta entrada fue publicada el agosto 29, 2016 por en Uncategorized.
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