—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Nos mata el gesto de indolencia
de los amados. Y la velocidad
de las balas.
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Nos mata la caída —el último tramo—.
Y las expectativas afiladas
como cuchillas.
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Nos mata la espera, el silencio,
la falta de aire o de agua. O su exceso.
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Nos mata el viento moviendo las copas
de los árboles. Y el tintineo
de las copas vacías formando en la barra.
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Y los ceniceros llenos.
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Nos matan las manos vacías de cuerpos,
las bocas llenas de necedades,
las agujetas en los músculos de la sonrisa.
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Nos mata el mar, nos mata el medio metro
de tierra, nos mata la distancia
y el alma podrida de la muchedumbre.
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El rincón, nos mata, y su reverso
afilado convertido en esquina. Las heridas
que nunca llegan a cicatrices, nos matan.
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Nos mata la indiferencia
y con ella matamos a otros.
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