—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Curvas las cejas con gesto de enfado,
como el horizonte, como la espina
dorsal. Sólo dura un momento,
sólo un espasmo de rabia que eriza
el vello en tu nuca y aumenta
el torrente sanguíneo del planeta.
Igual es por la falta de respuesta.
Por el silencio cibernético y administrativo.
Por las calles desiertas de la noche de Pasadena.
Por la falta de sueño y las pocas ganas de dormir.
Por la pésima programación televisiva.
Por el cuerpo incendiado de ganas, por el nulo
pronóstico de lluvia en todo el estado.
Por las estelas de los malditos aviones.
Relajas tu rostro. Acercas tus manos
a la pantalla del monitor. Sientes la vibración,
un armónico que se te instala en los huesos.
Duermes abrazada a una duda narcótica,
lisérgica y amable.
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