—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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besa el lobo atrapado la pata y el cepo,
incendia la chispa el matorral y la carne,
enerva la caricia el poro y el nervio,
niega el viento su brazo al molino,
aterrizan todos los aviones secuestrados,
vuelan los zapatos en las terminales
encerrados los transeúntes en urnas selladas,
nacen moscas de las larvas en la garganta
trazando perfectas caligrafías en el aire,
un campo sembrado de órdenes de alejamiento
rezuma colores de veranos olvidados,
acosan las esquinas de la habitación de hotel
diciéndole a los amantes que prefieren encima,
ofenden a la noche los faros de los coches
saturando de amarillo los bordes de las sombras
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levita, inerte, la humedad de los cuerpos,
origina minúsculas tormentas de sudor
separando las aguas en las alcantarillas
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laten las maderas de las barras de los bares
ocultando su antigua vocación de puerto,
configurando el amarre de todos los naufragios,
ofreciendo su silencio de cementerio marino,
soliviantando el reposo de los ahogados azules
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demora su danza el camión de la basura
entonando la monocorde melodía hipnótica
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la distancia solidifica en metacrilato
acaso transparente, congelada, acaso
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trocea la letra afilada la distancia maldita,
rompe en pedazos los pedazos del iris,
amordaza al hombre que devora su hambre,
mientras sueña un sueño de cal y sargazos,
ondean las sábanas un código antiguo,
notarias perpetuas del sudor y la sangre,
tiritan en el alambre de espino y memoria:
antes de cerrar los ojos el hombre
navega por todos los puertos y los cepos
añorando sus letras, sus besos, su lobo
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