—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
Tengo que olvidarme
de los bordes de los objetos.
De la silueta de las personas.
No puedo centrarme tan solo
en la mancha y su mapa:
el fondo de una botella
dice más que el líquido que tuvo
—no que contuvo—.
Ayudará entornar los ojos,
difuminar esa certeza,
o dejar las gafas a un lado.
Lo he hecho otras veces:
mirar sin mirar, liberarme
del detalle, abandonar
el bisturí y el sedal, cambiarlos
por el pincel más grueso,
por la tijera más mellada.
Debo ocuparme del trazo ancho
del hachazo, del destrozo.
Eso soy, ver sin ver,
alguien sin confines ni derrames
—no infinito—, alguien difuso.
Como tú. Y en esa ausencia
de fronteras y aduanas,
de checkpoints y registros,
nos construimos a ratos.
Aunque me empeñe
—casi siempre—
en contar lo contrario.