Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

LXXIX


 

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En el espejo, la mañana y mi cara
comparten tintes de spoiler.

En mi cabeza, nada más cabe el álgebra
y la geometría de la desbandada
de la sombra de las palomas
al sonar mi pisotón en la plaza.

Sobre mis hombros, las gotas
advenedizas, aleatorias,
de una lluvia repatriada
como la antología de las deudas
de la consciencia.

Mi trayectoria corta el haz
y la perspectiva de una fotografía
que se toman, a la par,
una pareja de turistas. Miran
la pantalla de la cámara, luego a mí.
Cesan sus risas.

Cómo si entendieran. Cómo si
se solidarizasen
con la boca de metro que me engulle
en ese preciso instante.

Mientras, las palomas regresan
a sus arabescos
y a sus erres repetidas,
en las baldosas mojadas.

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baldosa

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Esta entrada fue publicada el febrero 11, 2016 por en intentario.
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