—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
Leo algo que encuentro en la red: se trata de un artículo sobre lo que, bajo el acrónimo de HSAM (Highly Superior Autobiographical Memory), define un transtorno también conocido como hipertimesia –del griego thymesis, «recuerdo» y hyper “excesivo”, el cual consiste, simple y llánamente, en recordarlo todo sobre uno mismo. Uno se pregunta ¿cómo debe ser la vida en la que nuestro cerebro no olvida ni uno sólo de los detalles que pasaron? Evidentemente, no es el caso de esos genios con piernas que recitan de memoria pasajes de novelas, a esos imbéciles engreídos que se fuerzan a soltar citas y diamantes cada vez que abren su boca. Me refiero a la facultad -casi maldición- de poder recordar con precisión absoluta todos y cada uno de los segundos de la vida.
Mucho se ha elucubrado sobre este transtorno. Desde el mundo de la ciéncia se concluye -aunque nunca concluyan nada concluyente- que es propio de savant-autistas, relacionando la hipertimesia con la memoria eidética (o fotográfica), dándose preferentemente (99% de los casos) en zurdos. A saber…
Borges también, cómo no, él, indagó en esta experiencia de la memoria autobiográfica absoluta, y lo hizo ya en 1944, dentro de sus Ficciones, a través de un delicioso cuento llamado «Funes el Memorioso«, con el cual uno, a poco que lo intente, puede llegar a conclusiones más concluyentes que las de toda la ciencia. Leanlo. Si quieren. Si se acuerdan, sí.
Pero, sea cual sea ese don de los dioses o esa penitencia de los infiernos, lo que siempre llamó la atención de Elhombrelephante no es ya la capacidad de mantener los enlaces internos que hacen permanecer -o desvanecerse- el recuerdo en el desván de nuestra máquina interior, sinó más bien el proceso por el cual dicho recuerdo se construye. Es así que nacen preguntas -nada originales, por otra parte- cómo… ¿pasó como recuerdo que pasó? ¿adapté yo ese hecho en la construcción de ese recuerdo hasta hacerlo mío? ¿puso mi yö una pátina adecuada, subjetiva, mía, a ese hecho antes de hacer click en «guardar»? Así, y más allá de «cartesianos fantasmas dentro de la máquina», he de suponer -dije: «sólo suponer», malditos empiristas!- que los recuerdos tienen, en las personas libres del maldito HDSA, voluntad propia, y es por eso que permanecen o se volatilizan según su propio criterio, según las cuentas que tengan que ajustar o en función de sus psicopáticos instintos. Creedme, he hecho la prueba, y hay cosas que no puedo olvidar por mucho que lo intente -y por mucho que colabore con diferentes tipos de sustancias tradicionales a tal efecto-.
… O eso, o existe un HDSA selectivo: cöntigo.
¡Con-movedor!
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Y tú que lo leas.
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La realitat sempre és més enllà dels nostres ulls.
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