Tus ojos, mis manos, y otros desiertos.

—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".

fuimos

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Llegábamos siempre tarde
y casi toda la fruta estaba podrida.
Alguien olvidaba siempre cerrar las botellas
y el gas escapaba por cualquier ventana.

No nos importaba:
siempre encontrábamos algo, siempre
fue suficiente con lo que hallamos en la calle,
con la promesa de la línea de luz
que asomaba tras los edificios,
con el sudor que gastamos durante la noche
enfriándose bajo las chaquetas.

Se trataba de comprobar quien tardaba más
sin hundirse, sin decir lo siento, sin caer.
De cuánto duraba el trayecto que separaba
el imán de los altavoces, del banco del parque.

Éramos casi tan grandes como nuestras risas,
casi tan grises como las celdas del panal.

Debieron haber enviado ángeles
en lugar de a nosotros, en lugar de los que se fueron,
para exterminar nuestro paraíso de cemento.

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Esta entrada fue publicada el junio 9, 2015 por en Lecciones de anatomía para suicidas inexpertos.
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