—«Hace más de trescientos poemas que no escribo la palabra horizonte. Por algo serás». 'Será', en "Pintura roja y papel de fumar".
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Irme, Amy, sin verte parir
en la piscina de un hotel, de noche,
iluminando de rojo el azul sintético.
Irme sin esperar a que descubras
—portaobjetos, bisturí, tumor, neurona—
una cura para el hombre, para todo el mal
del hombre en el hombre para y por el hombre.
Irme, querida Amy, sin aguardar
a que se apague el foco y se disuelva
el maquillaje. Irme sin haber reunido el valor
para mandarte ninguna de estas cartas.
Irme, amada Amy, dejándote la palabra
como un perro abandonado y hambriento,
vagando por las calles de Pasadena,
mendigando la luz amarilla.
Irme, Amy, ahuecando el olvido,
mulliendo las plumas de la posibilidad,
alisando el cobertor de tu cama en llamas.
Irme, escaparme, huirte, Amy,
renunciar siquiera al casual encuentro
—irme para que no se produzca—.
Irme para que los chacales
devoren los despojos de la memoria
y tú engarces una tiara de axones y dendritas.
Irme, Amy, para que alimentes
las cicatrices con formol y azúcar,
para que tu paso sea, al fin, firme,
para que tu equilibrio sea sal y saliva
Irme, Amy, irme,
para que tú también te vayas,
para que ardan como negras mariposas
todas las páginas de los guiones.
Irme en serio. Irme en serie
para decapitar el dolor, para acariciar
por siempre el muñón y el recuerdo.
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Irme para apagar el fuego con queroseno.
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